lunes, 2 de septiembre de 2024

El lenguaje víctima

El lenguaje víctima parte de una manera de pensar centrada en el otro, lo que en psicología se llama el “locus de control externo”, es decir, se suscita un pensamiento del tipo: "la mayor parte de las cosas negativas que me ocurren han sido provocadas por otras personas, es decir, yo no he tenido ninguna responsabilidad sino que soy una víctima". Mi jefe, mis compañeros, mis clientes, son los causantes de que yo lo pase mal. Estos pensamientos generan en las personas un malestar interno que hacen que con frecuencia se encuentren en emociones negativas de ira, rabia, desasosiego, tristeza, melancolía, frustración, etc. Claramente desde estas emociones su rendimiento disminuye considerablemente, provocando conflictos con colegas y superiores.

El lenguaje víctima se alimenta de la queja y ésta nos hace vivir en el pasado, en aquellas experiencias que en su momento no salieron bien, que provocaron en nosotros un miedo a que se repitieran y que, por tanto, tratamos de evitar por todos los medios.

Cuando usamos el lenguaje víctima estamos declarando que no somos responsables, que no podemos, que eso no es para nosotros o que nos sentimos incapaces de llevar a cabo lo que se nos ha pedido. Dicho de otro modo, este lenguaje inhabilita y además genera en los demás recelo y suspicacias sobre si es real o inventado, para aprovecharse de la situación.

La persona que vive en este tipo de lenguaje ha creado el hábito de parecer desvalida, de necesitar siempre ayuda para resolver sus problemas y que en la mayor parte de las ocasiones van más allá de lo profesional. En este proceso, habrá encontrado un causante claro de sus “desgracias”, el perseguidor, y habrá hecho todo lo posible para buscar un salvador a quien acudir cada vez que se perciba atacada. “Hay alguien que quiere mi mal y, por tanto, necesito alguien que me salve”, son pensamientos recurrentes en este tipo de personas en las organizaciones.

El lenguaje víctima se retroalimenta y se convierte en algo circular, un bucle en el que la persona entra y se ve reforzada por esos “salvadores” que siempre existen y que están ahí para solucionar sus problemas. El error claramente radica en que si yo necesito que otros solucionen mis problemas, el día que no los tenga cerca me sentiré solo y abandonado.

Debes tener en cuenta que al expresar con tu lenguaje tu impotencia para mejorar una situacón difícil, estás enviando energía negativa a tu entorno, que los demás detectan, y que puede incluso afectar a varios de aquellos que te tienen en alta estima.

A veces podemos pensar que dejarse ir y disfrutar de que otro soluciones nuestros problemas puede ser beneficioso, sin embargo, esa manera de actuar nos impide seguir evolucionando como seres humanos y entorpece el desarrollo de la persona que podemos llegar a ser.

CÓMO SE MANIFIESTA EN LOS NIÑOS

En su comportamiento habitual los niños se sienten protagonistas de lo que hacen y de lo que les pasa. Lo viven a tal velocidad y con tanta pasión que no tienen tiempo ni necesidad de sentirse víctimas. Una vez más, si no se les condiciona, irán a por todo aquello que deseen desde la seguridad que les da el saber que pueden hacerlo y de que tienen los recursos para conseguirlo.

Los niños no se consideran víctimas, sienten y viven las cosas en primera persona, desde la necesidad de vivir la experiencia en sus propias carnes, como parte del camino de aprendizaje y desarrollo que han de hacer.

El niño solo utilizará la queja como arma cuando vea que funciona, que ésta es reforzada por los adultos y que, por tanto, le genera beneficios en el corto plazo.

El niño es apasionado con todo lo que hace, necesita divertirse, sentirse bien y disfrutar con aquello que está haciendo. El lenguaje víctima, como indicaba antes, le llevaría a emociones muy negativas, radicalmente opuestas a las que ellos buscan de forma natural.

SEÑALES QUE TIENES MENTALIDAD DE VÍCTIMA

Quienes tienen una mentalidad de víctima tal vez nunca puedan superar sus circunstancias, y esta es en parte la razón:

1. Crees que el césped de la mayoría de las personas es más verde que el tuyo.

Es una mala idea andar por ahí comparándose con otras personas. Es un ejercicio inútil que conduce a más sufrimiento, más regodeo y celos inútiles. El mito de que la hierba es más verde es una especie de mito, ya que ninguna hierba se vuelve más verde sin mucho esfuerzo.

Cuando te comparas con los resultados de otras personas sin conocer los esfuerzos y los sacrificios que tuvieron que hacer para llegar a ellos, estás condenado a la depresión. Todo lo que sabes es lo que ves desde afuera. No sabes el dolor y el sufrimiento que esa persona pudo haber atravesado o estar atravesando. No sabes lo que le costó a esa persona llegar a donde está o incluso si alguna vez estarías dispuesto a hacer lo mismo.

2. No estás satisfecho con tu carrera pero estás lleno de razones por las que no puedes cambiar las cosas.

Sientes una abrumadora sensación de impotencia sobre cómo cambiar (o incluso si puedes) la trayectoria de tu vida. Te tomas el tiempo de decirle a la gente cuánto trabajas y luchas y cómo nunca te sucede nada. Sin embargo, cuando estas personas te dan consejos significativos para cambiar tu situación, te niegas a cambiar tu propio comportamiento para lograr los objetivos que dices que quieres lograr.

Hay un precio que pagar por lo diferente, por obtener mejores resultados. Tienes que decidir si estás dispuesto a pagar el precio de cambiar de carrera o de encontrar la manera de ser feliz donde estás.

3. Utilizas excesivamente un lenguaje victimista y negativo.

Cuando tu lenguaje demuestra que eres impotente para mejorar tu situación, estás enviando energía negativa. La primera ley de la termodinámica establece que “la energía no puede crearse ni destruirse; la energía solo puede transferirse o cambiar de una forma a otra”. Incluso si te ha sucedido algo horrible, sigues utilizando un lenguaje excesivamente negativo mucho después de que haya ocurrido el hecho dañino. Tu conversación hace que la gente quiera salir corriendo de la habitación al poco rato. Puede que a la gente miserable le agrade pasar tiempo contigo, pero la gente que tiene grandes logros y es feliz empieza a evitarte cada vez más porque los deprimes más de lo que los animas. La energía es contagiosa. La gente que no quiere estar en ese espacio acaba limitando el tiempo que pasa contigo.

Algunos lenguajes de tipo victimista podrían incluir cosas como ésta:

  • Simplemente no lo entiendes, la cultura de mi empresa o mi jefe son horribles. ¿Cómo se supone que voy a marcar una diferencia allí?
  • ¿Cómo puedo esperar que tenga un mejor desempeño cuando mi jefe siempre me presiona y no tengo recursos?
  • Ni siquiera estoy creciendo en esta empresa; ¿por qué debería darles lo mejor de mí si a nadie le importa? Definitivamente no me están dando la oportunidad de brillar.
  • Si tuviera (llene este espacio con cualquier cantidad de cosas), podría hacerlo mejor y alcanzar mis objetivos.
  • No tuve la oportunidad de (llenar este espacio con cualquier cantidad de cosas). Si hubiera tenido la misma suerte que ellos, las cosas hubieran resultado diferentes para mí.
  • Sabes que odio mi trabajo, pero no tenía elección y nadie más me contrataba

4. Tiendes a culpar a otras personas y fuerzas por los problemas y desafíos de tu vida.

A veces, otras personas merecen la culpa de causar problemas en nuestras vidas. Si bien no podemos controlar lo que otras personas nos hacen, sí podemos controlar durante cuánto tiempo les permitimos hacerlo y cómo reaccionamos ante ello. También podemos controlar con quiénes nos rodeamos.

A la mayoría de nosotros nos gusta tomar nuestras propias decisiones sobre nuestra vida y nuestra carrera profesional, pero nos damos cuenta de que cada una de ellas implicará una serie de difíciles disyuntivas. Nuestras decisiones pueden hacer que otras personas se enfaden con nosotros o se sientan incómodas con ellas. Nuestras decisiones pueden implicar que tengamos que vivir con menos dinero, cambiar de trabajo o decepcionar a un amigo o familiar.

El problema es que quienes tienen una mentalidad de víctima tienen tantas dificultades para tomar decisiones que tienden a dejar que otras personas les impongan elecciones y decisiones en sus vidas. Vivir con las consecuencias de esto los hace sentir aún más miserables .


RECOMENDACIONES PARA ABANDONAR EL LENGUAJE VÍCTIMA

La mentalidad de víctima se va formando con el tiempo y está determinada por la suma de lo que pensamos habitualmente, cómo hablamos, dónde centramos nuestra atención y el lenguaje que elegimos utilizar. Evita que tu mente se obsesione con todo el mal que te hayan hecho y canaliza esa energía para superar obstáculos y eliminar barreras de manera más eficaz.

Así como puedes encontrar a muchas personas que lo han pasado mejor que tú, si miras objetivamente, también encontrarás a muchas personas que lo han pasado peor que tú. Si bien tus sentimientos y tus pensamientos sobre lo que hiciste mal pueden ser válidos, pensar demasiado en ello seguramente te impedirá alcanzar tu potencial. Puedes pasar tanto tiempo lamentando las cosas horribles de tu pasado que eso te impida tomar las medidas que necesitas para crear un futuro mejor y avanzar en tu carrera.

Antes de avanzar en tu vida y en tu carrera profesional, tendrás que cambiar tu mentalidad. A continuación, te presentamos algunas cosas que pueden ayudarte a lograrlo.

  • Rodéate de personas que te animen y te apoyen y que te escuchen. Recurre a estos amigos de vez en cuando para compadecerte (todos los necesitamos en algún momento), pero luego permíteles que te den un empujoncito para que no te quedes estancado.
  • Elija intencionalmente utilizar un lenguaje más positivo y progresista en sus comunicaciones.
  • Adopte una mentalidad de crecimiento en lugar de una mentalidad fija. Quienes tienen una mentalidad de crecimiento tienden a prepararse mejor para el cambio y a responder a él. También suelen estar mejor equipados para superar los desafíos y perseverar ante ellos.
  • Lea material inspirador y resista la tentación de sumirse en el arrepentimiento. El arrepentimiento puede hacer que, sin darse cuenta, quede atrapado en un ciclo de pensamientos y palabras negativas que lo frenan.
  • Utilice cualquier programa o servicio de asistencia laboral que su organización pueda ofrecer, o busque asesoramiento y orientación profesional según sea necesario, especialmente si simplemente no puede superar los pensamientos o fuerzas negativas en su vida.

Y, algo fundamental es: hemos de sentirnos protagonistas de nuestra vida. Nosotros tenemos una capacidad única y es la capacidad para elegir cómo decidimos vivir. Esto nadie nos lo debe de quitar porque es personal e intransferible.

Tomar decisiones con valentía y sin miedo. Cada una de las decisiones que tomamos nos llevarán a caminos por los que transitar en la vida. Si estas decisiones las toman otros por nosotros, los caminos que recorreremos y los lugares a los que llegaremos probablemente no nos satisfagan porque no habrán sido elegidos por nosotros.

Atrevernos a hacer cosas nuevas, probar aquello que siempre quisimos hacer y que nos daba cierto reparo porque no nos creíamos capacitados o preparados para llevarlo a cabo. Todo maratón comienza con la primera zancada, después vendrán 42.195 zancadas más, pero dar la primera es la clave para poder alcanzar la meta.

Saber que nosotros tenemos dentro los recursos que necesitamos para vivir. Que con esfuerzo y constancia podemos conseguir todo aquello que nos propongamos. No pensemos que son palabras vacías y busquemos todos los ejemplos de personas que por algún motivo no tuvieron la suerte que tuvimos nosotros y que, sin embargo, han sabido sobreponerse y, de la adversidad, crearon el ser poderoso en el que se han convertido. Internet está repleto de personas que podemos utilizar como modelos de lo que significa superarse y abandonar el lenguaje víctima para convertirlos en primeros actores de nuestra propia vida.


CONCLUSIONES

Como conclusión queda decir que desembarazarse de este lenguaje negativo depende única y exclusivamente de nosotros. Ser protagonistas o ser víctimas de las situaciones es algo que elegimos, tenemos el poder para hacerlo y cuando fuimos niños lo hicimos. No dejemos que la situación nos venza, por dura que pueda parecer; busquemos dentro de nosotros los recursos que tenemos y que nos harán mirar cara a cara a la adversidad sabiendo que podemos superarla porque ya lo hemos hecho en otras ocasiones.

Las personas que alcanzan grandes logros y los mayores niveles de éxito profesional lo hacen porque son dueños de su poder para cambiar y liderar sus propias vidas. Se elevan por encima de sus circunstancias. A pesar de experimentar dificultades, desafíos y obstáculos, demuestran un nivel de perseverancia y coraje para superar los problemas y ser dueños de sus carreras .

Tomará tiempo y práctica, pero si tienes una mentalidad de víctima, puedes y debes desarrollar estas habilidades en ti mismo. Tu perspectiva y tu carrera serán más brillantes.




Bibliografía

https://www.observatoriorh.com/

https://www.forbes.com/