viernes, 3 de mayo de 2019

Qué fuerzas ocultas nos impulsan a actuar


Los seres humanos actúan por tres razones.
1. Por temor.
2. Por necesidad.
3. Por interés.
El cuerpo humano es perezoso por naturaleza y su único objetivo es sobrevivir. Si nos descuidamos, el espíritu también se acomoda a la pereza y se instala en las "zonas de comodidad"
El temor, la necesidad y el interés son las fuerzas que movilizan a los seres humanos. Los seres menos evolucionados se movilizan, sobre todo, por temor y por necesidad; mientras que, los seres más evolucionados se movilizan más por interés, ideales, proyectos..
El problema del temor es que sólo actúa mientras existe peligro, una vez que desaparece el peligro, la pereza se apodera del cuerpo y de la mente. Así, el hombre huye mientras es perseguido, pero, cuando desaparece la amenaza vuelve a su estado de pereza.
Los alumnos que estudian por temor, sólo se esfuerzan cuando hay un examen, después regresan a la irresponsabilidad de siempre.
Un temor excesivo es negativo, porque inhibe las capacidades, pero un poco de temor es positivo, porque estimula, evita que seamos temerarios, nos hace más prudentes y previsores.
El problema de la necesidad está en que, cuando es satisfecha, la persona pierde motivación y se apodera de ella la pereza y la comodidad. Ésta es la razón por la cual las personas se han acostumbrado a vivir el día a día, sin pensar en el futuro y sin planificar nada, por lo cual, su vida anda a la deriva.
El temor y la necesidad son razones muy pobres, sólo sirven para mal sobrevivir, es decir, para resolver el momento. Por esta razón, muchas personas carecen de programaciones a futuro, carecen de proyectos, carecen de metas; viven improvisando soluciones de emergencia. Su grado de evolución es muy pobre y su contribución a la sociedad es escasa en todos los aspectos.
Estas personas aceptan su estado de ignorancia y de pobreza como algo normal, porque se han acostumbrado a esta forma de vida, lo cual hace que no tengan aspiraciones. Esta es la razón por la cual, las personas ignorantes y pobres jamás salen de su situación. Su pobreza es básicamente mental y ésta no se resuelve sólo con leyes sociales, es necesario un proyecto educativo integral.
El interés es la verdadera fuerza que mueve el mundo y genera evolución.
En realidad todo lo que hace el ser humano es por un interés. El interés puede ser egoísta o puede ser noble.
El interés egoísta está muy relacionado con el temor y con las necesidades más elementales de supervivencia.
El interés noble está relacionado con el espíritu de superación y supone haber alcanzado cierto grado de evolución; es decir, cierto grado de inteligencia, de conciencia, de valores, de madurez y de espiritualidad.
El cerebro humano tiene una función biológica que consiste en activar y controlar todos los mecanismos biológicos que son necesarios para la conservación del individuo y de la especie. Este cerebro es similar al de los animales. Es autónomo e inconsciente y funciona de forma automática.
Pero el cerebro humano ha evolucionado a través de los siglos y tiene la misión de dirigir los procesos mentales superiores relacionados con el desarrollo y la evolución. Este cerebro superior depende de la forma en que es programada la persona a través de la educación (ideas, sentimientos, valores, experiencias, etc.) y del uso del libre albedrío que hace cada persona, es decir, de las decisiones que toma.
Todos estos elementos constituyen las premisas que determinan el comportamiento humano. Las ideas que cultivamos, los sentimientos y las decisiones que tomamos, nos programan de forma lenta pero profunda.
Hoy somos el resultado de las ideas que hemos cultivado a lo largo de la vida, de los sentimientos que hemos alimentado y de las decisiones que hemos tomado.
Como el hombre es libre puede elegir qué hacer y qué no hacer, por lo cual es el causante y responsable de lo que le ocurre.
Estas programaciones son las premisas que determinan las conductas, el éxito o el fracaso en la vida.
El temor, la necesidad y el interés rigen la vida de las personas
Si en tu vida predomina el temor, la necesidad y el interés egoísta, es difícil que logres objetivos importantes, debido a que tu cuerpo y tu mente están atrapados en programaciones pobres, de simple supervivencia.
Si en tu vida predomina el interés noble, el espíritu de superación, la ilusión, el logro de objetivos importantes y el deseo de ayudar a los demás, entonces, están dadas las condiciones mentales para lograr lo que te propongas, entendiendo que, todo logro importante supone tiempo, método, esfuerzo y perseverancia.
El interés noble es una forma poderosa de amor que activa el cerebro y lo estimula a producir toda la energía necesaria para convertir los sueños y proyectos en realidad.
Pero la vida es una lucha sin tregua contra los propios enemigos internos (los instintos, las pasiones, el egoísmo... los cuales permanecen al acecho, tratando de quebrar nuestras defensas morales y espirituales, con el fin de liberarse y actuar a sus anchas)
A pesar de la evolución, seguimos siendo animales, por lo que, necesitamos controlar constantemente los instintos y pasiones para no regresar a la selva. La mejor forma de control consiste en desarrollar intereses superiores.
Además necesitamos protegernos de numerosos enemigos externos (La competencia laboral, los paradigmas impuestos por la sociedad, las necesidades creadas, la mediocridad, la desorientación, el relativismo moral, etc.) los cuales nos presionan de forma constante e intensa. Para no ser arrastrados por la vorágine de la sociedad, es fundamental desarrollar intereses superiores que funcionen como catalizador de nuestra vida; es decir, como elemento integrador y activador de la conducta.
Como todo en la vida está sujeto a la Ley de Entropía; es decir, al deterioro, al desgaste y a la destrucción, es necesario avivar constantemente los intereses y alimentarlos con lectura, motivación e ilusión, para compensar el desgaste producido por la vida.
Cuando actuamos por temor o por necesidad somos juguetes en manos de las circunstancias. Nuestra vida depende de factores externos a nuestra voluntad, lo cual genera angustia, porque sentimos que nuestra vida anda a la deriva. En cambio, cuando funcionamos de acuerdo a un interés personal, nos sentimos bien porque controlamos nuestra vida.
Todo cuerpo tiende al reposo a no ser que una fuerza externa o interna lo mantenga en movimiento. Esta ley se aplica también a los seres humanos, por lo que es importante mantenerse motivado. La mejor forma de mantenerse motivado es convertir nuestra vida en un reto. Podemos establecer numerosos retos (aprender equis cosas, adquirir ciertas habilidades, lograr tales objetivos, etc.)
Una vez establecidos los retos, éstos se convierten en metas atractivas, en ilusión permanente, en deseo profundo. Los retos dan dirección y sentido a la vida.
Estimulan constantemente y hacen que el cerebro genere energía en forma de voluntad, inteligencia, creatividad y decisión.
Nadie puede escalar el Everest si no se lo propone como reto. Quienes triunfan en algo es porque lo establecieron como un reto, lo que hace que el cerebro esté siempre enfocado en ello, trabajando sin cesar de forma consciente y subconsciente para convertir el reto en realidad.
Si no te propones retos y eres consecuente con ellos, serás un juguete de las circunstancias.
Para que los retos tengan el poder de movilizar tu vida, deben estar basados en razones importantes. Para lograr los retos es necesario ser libre por dentro (controlar los instintos y pasiones y controlar los temores y emociones) y ser libre por fuera (depender lo menos posible de los demás, ser dueño de tu proyecto personal)
Los intereses determinan las pautas a seguir. Una vez establecidos los intereses, el cerebro se programa para convertirlos en realidad.