Todo lo que existe vibra. Las vibraciones son mensajes cargados de significado. Por ejemplo, los astrónomos analizando la luz que proviene de las estrellas pueden conocer la distancia a la que se encuentran, su tamaño, edad, el grado de calor que tienen en el núcleo y en la superficie, también pueden conocer si se están acercando a la tierra o se están alejando, etc. Nuestro cuerpo nos envía mensajes en forma de sensaciones. A través de estas sensaciones nos informa sobre su estado de salud, de energía, etc. La finalidad de estas sensaciones es avisarnos con el fin de que podamos satisfacer a tiempo sus necesidades de comida, agua, descanso, etc. El estado de equilibrio y armonía corporal se denomina homeostasis. Mientras funcionan bien las cosas el cuerpo permanece callado, pero, ante cualquier estímulo que afecte su equilibrio, el cuerpo reacciona. Las reacciones son mensajes que nos envía para que actuemos y recuperemos el equilibrio. La finalidad de las sensaciones o mensajes es la adaptación al medio, la satisfacción de las necesidades con miras a garantizar la supervivencia, el desarrollo y la felicidad. La sensación de bienestar corporal es parte fundamental de la felicidad. Nuestra mente también nos envía mensajes que provienen del subconsciente. Estos mensajes contienen información sobre nuestro estado de salud emocional, moral, y espiritual. La finalidad de estos mensajes es ayudarnos a tomar conciencia de nuestra realidad interna, de modo que tomemos las previsiones necesarias, pero no hemos aprendido a escuchar estas voces que vienen de dentro, tal vez porque piden rectificación y nosotros nos resistimos a cambiar. El subconsciente es el disco duro de la mente. Contiene todos los conocimientos y experiencias de nuestra vida, buenos, y malos. Todos estos contenidos permanecen en estado activo e interactúan entre sí. Los contenidos más poderosos dominan la escena y son los que determinan la dirección de nuestra vida. Nosotros creemos que tenemos un control consciente y voluntario sobre nuestra vida, pero no es exactamente así. Nuestra vida depende de la estructura profunda del subconsciente, el cual, en gran medida, escapa a nuestro control; por esta razón sentimos a veces que no tenemos control sobre nuestra vida, que las cosas se nos van de las manos. Nuestra mente consciente tiene como función controlar las fuerzas del subconsciente y utilizarlas de forma constructiva, lo cual resulta bastante fácil cuando la persona tiene criterios, valores y disciplina mental, pero resulta difícil o imposible cuando la persona tiene una personalidad débil. Cada contenido que hay en el subconsciente es como un pequeño ente mental con vida propia que siente la necesidad de expresarse. Todas estas "voces" llegan a nuestra mente, como una algarabía, en forma de ideas, sentimientos y sensaciones diversas. Cuando las personas han sido bien educadas, cuando tienen seguridad, autoestima y suficientes experiencias de éxito, predominan en su subconsciente los contenidos positivos, lo que hace que sientan constantemente una sensación de paz, de alegría, de ilusión, de ganas de superarse, etc. Cuando las personas han tenido una educación con muchas carencias afectivas, intelectuales, etc. y cuando no han desarrollado autoestima y personalidad y han tenido pocas experiencias de éxito, entonces predominan en su subconsciente los contentos negativos, los cuales envía mensajes de temor, angustia, peligro, inseguridad, incapacidad, en forma de sensaciones. Esta es la razón por la cual unas personas viven habitualmente felices y otras viven habitualmente tristes y angustiadas. Qué podemos hacer Bernhardt descubrió que el sistema nervioso puede, por medio de repeticiones constantes, establecer un patrón de conducta subconsciente, capaz de producir verdaderos milagros. Existen técnicas de auto-hipnosis, visualización, autosugestión y programación neurolingüística que ayudan a programar la mente en positivo. Sin embargo, estas técnicas, por sí solas, no garantizan el éxito. Las personas necesitan éxitos reales, los cuales sólo son posibles si adquieren hábitos mentales superiores por medio de un entrenamiento metódico y constante. Inclusive, no es suficiente con el entrenamiento metódico y constante. Es necesario cambiar la forma de percibir la vida, la gente y las cosas. Se trata de reaccionar de forma más lógica y controlada. Se trata de tomar decisiones oportunas y eficaces. Se trata de ser más libre, creativo y feliz. Se trata de ser más inteligente y mejor persona. Cómo escuchar las voces o sensaciones internas y cómo utilizarlas para conocer la dinámica de la mente, controlar mejor nuestra vida y lograr más éxito. El primer paso es hacer un poco de silencio en nuestra vida y dedicar un tiempo, todos los días, para escuchar estas voces en un ambiente tranquilo. Para poder recuperar nuestras voces internas y nuestro poder mental, debemos permitir a estas voces que se expresen sin censurarlas. Pero aquí llega el primer conflicto. Durante toda nuestra vida hemos reprimido muchos instintos, ideas y sentimientos más allá de lo normal, debido a que somos hijos de una sociedad represiva que tiene una visión negativa de la vida, y, ahora tenemos miedo a liberar estos contenidos porque creemos que pueden tomar el control de nuestra vida y empeorar las cosas. Lo cual es cierto, si no hacemos un trabajo de observación y análisis que nos ayude a comprender lo ilógico y perjudicial de ciertos contenidos. Cuando tomamos conciencia de estos contenidos negativos quedan desactivados y pierden su poder. Así como, cuando tomamos conciencia del valor de los contenidos positivos, los activamos e incrementamos su poder. Cuantas más veces traemos a la mente los contenidos positivos (ideas, experiencias, sentimientos, vivencias) más los fortalecemos y más trabajan a nuestro favor. Esto nos enseña también que no debemos traer a la mente los contenidos negativos (temores, angustias, preocupaciones...) En nuestra mente han entrado muchas ideas negativas, prejuicios, temores... que nos están causando mucho daño.. Los seres humanos estamos programados para ser dependientes, sumisos, cobardes, mediocres, etc. (De cada 10 mensajes que hemos recibido y seguimos recibiendo, nueve son negativos) Estas grabaciones nos envían constantemente mensajes negativos (es difícil, no puedes, cuidado, no te equivoques, déjalo para otro momento, etc.) Estas voces no son nuestra, son voces que alguien grabó en algún momento y que se vienen repitiendo durante toda la vida. Imagina el daño que causan. Necesitamos ubicarlas y desactivarlas. En nuestra mente también han entrado buenas ideas, sentimientos, criterios, valores y motivaciones que nos hablan a cada instante impulsándonos al bien y a la superación. Debemos reconocer y fortalecer estos contenidos constantemente, pues, de ellos depende nuestro éxito y nuestra felicidad. De aquí la importancia de leer todos los días temas de desarrollo humano, de relacionarnos con personas positivas, de hablar en positivo, de tener fe, ilusiones y proyectos, de admirar y de emocionarnos con tantas cosas bellas que nos regala la vida y la naturaleza, de agradecer por todo y de valorar cada minuto como un regalo de Dios. Conclusión Necesitamos controlar nuestra mente, debido a que los instintos siguen latentes y la tendencia natural del ser humano es el libertinaje, el placer sin límites ni reglas, la pereza y la irresponsabilidad; pero controlar no significa reprimir, significa administrar de forma que se mantenga el equilibrio y el buen funcionamiento de todas las capacidades que son importantes para el desarrollo, como son: la espontaneidad, la creatividad, la alegría de vivir, etc. Los contenidos negativos constituyen una especie de falsa conciencia que trata de controlar nuestra mente y gobernar nuestra vida. Esta no es nuestra conciencia verdadera, es una conciencia impuesta por la sociedad para controlarnos. La verdadera conciencia, la que nos ha dado Dios, funciona en positivo y tiene como objetivo guiarnos hacia el desarrollo y la felicidad. Como es lógico, esta conciencia también tiene como objetivo controlar los instintos y tendencias libertinas, pero no a través del miedo o la condena, sino a través de la inteligencia y del sentido común.